Igual que estas fiestas son proclives
en atracones de cordero, langostinos congelados, sopas de pescado y aperitivos
varios, para mí lo son también en el aspecto televisivo. Será que hay menos
trabajo y más tiempo libre, o que es tiempo de finalización de series
pendientes del inicio de un nuevo año, o por una mezcla de ambas, pero me he
metido esta semana un festín pantagruélico de 3 series con diferente resultado.
Y he pensado en desmenuzarlas un poco por si a vosotros también os apetece hincarle
el diente estas navidades a algo diferente y apetitoso
Empezando por la ultima que he
acabado, la minitemporada final de 6
capítulos de “The newsroom” me ha dejado tan frio como los pies en un paseo por
la orilla del Pisuerga estos días. Siendo una serie que he defendido, que me
parecía fresca y divertida sin perder la gravedad de los asuntos tratados, ha
ido decayendo poco a poco potenciando la parte mas naife y socarrona en
detrimento de la parte más profesional y seria. Se sigue percibiendo la mano de
Sorkin, los diálogos ágiles e inteligentes, pero la profundidad de la historia
y la relevancia de los acontecimiento han caído dramáticamente.
Igual que en otras ocasiones he
criticado que se diera más relevancia al aspecto personal que al laboral en la
serie, en esta tercera temporada, el aspecto profesional desaparece
completamente, siendo no una serie de periodistas sino una serie de compañeros
de trabajo que se enfangan en cómo sobrevivir a sí mismos. Ni siquiera Jeff
Daniels, nuevamente estupendo en su papel, ayuda a mejorar la temporada, sobre
todo porque no le permiten hacer lo que debería: interpretar a un periodista.
El resto de actores giran en torno a los problemas de Atlantis Cable News para
seguir a flote y de mantener cerrada la bragueta en el puesto de trabajo.
No
hay ni rastro de los problemas de la 1º temporada entre calidad informativa o
audiencia, ni siquiera el dilema moral de si narrar o no una historia. Solo ha
quedado de la serie el nombre del informativo y un gran puñado de buenos
momentos de las temporadas anteriores que pueden sufrir la tendencia de ser
olvidados por una más que despreciable última temporada.
¡¡¡Qué diferencia con “the
honourable woman”!!!, una miniserie
estupenda, terrible y descorazonadora, que teniendo como excusa el conflicto
Palestino-israeli, finalmente habla de la moral en mayúsculas, de la lealtad y
de los secretos que pesan mucho más que las verdades. Y además son mucho más
dañinos a largo plazo.
Es una historia de espionaje
industrial y político, donde a raíz de una concesión de desarrollo I+D en
Palestina se empiezan a descubrir antiguos juegos políticos y personales en el
seno de la familia Stein, una poderosa familia Judía afincada en UK, donde una
de sus mayores representantes, Nessa Stein, acaba de ser nombrada baronesa (ahí
queda eso). Ella está interpretada magistralmente por Maggie Gyllenhaal, pero
no se quedan, desde luego, a la zaga Andrew Buchan (al que ya vimos en “broadchurch”
interpretando al padre de la criatura) como un estupendo y sanguíneo Ephra
Stein, hemano y manipulador, y por supuesto Stephen Rea, como agente del MI6
que parece ir un paso por delante del resto y que dá más miedo por lo que calla
que por lo que dice. Su lacónica mirada y esas muecas que parecen que duelen
(no me atrevo a calificarlas de sonrisas) elevan a la serie un peldaño por
encima
Los 8 episodios de la serie se te
hacen muy llevaderos (sobre todo los dos primeros y dos últimos son
alucinantes) aunque no te interesen para nada el juego de lealtades y
traiciones políticas que se dan en oriente medio. Y a parte de las colosales
interpretaciones, sabe mantener la tensión mezclando adecuadamente los
flashback con el tiempo real hasta convertir el puzzle en un tablero de ajedrez
donde nadie tiene nada que ganar.
Es un maravilloso canto a la venganza y a la mentira. Y al
miedo a ser descubierto en ella.
Y como había escuchado alguna
buena crítica en otras páginas sobre “the driver”, también de la BBC, me metí
de lleno en esta breve historia de un taxista aburrido y amargado interpretado
por David Morrissey (¿¿no recuerda demasiado a la interpretación en “the 7:39”,
otra buena miniserie de BBC??)
Por supuesto su vida monótona y
rutinaria, se ve alterada con la presencia de un antiguo amigo que sale de
prisión tras 6 años y acaba implicándole en una serie de actos delictivos junto
a una banda mafiosa (con Colm Meaney a la cabeza) que necesitan un conductor
silencioso y obediente. Y aquí entra la moralina de la serie, cuando los escrúpulos
de un “simple man” se ven enfrentados a actos que su razón repudia.
La serie es entretenida sin más. Desafortunadamente, lo que empieza muy bien va mutando en una masa anodina hasta acabar en un serial televisivo cargado de falsa moral y buenas acciones.
FELIZ NAVIDAD Y NOS HABLAMOS EN
2015!!!!!