Si pudiéramos coger "Halt and catch fire" y "The Lottery" y mezclarlas en una batidora, podríamos dar con la clave de la serie
perfecta. Cada una posee de lo que la otra carece. “The lottery” parte de una
idea y de un concepto muy interesante, pero fracasa rotundamente en la
ejecución. "HACF" tiene unas actuaciones fantásticas, una puesta en escena
magistral y una dirección impecable. Pero la historia carece casi completamente
de interés.
La maravilla de la televisión y de
las series, te da esto ¿Quién se tragaría una serie basada en el desarrollo y
elaboración del primero ordenador portátil? Seamos realistas. No puede ser más
coñazo. Lo podrán vender como que es una lucha de David contra Goliat (IBM en
este caso) o un reflejo fiel de una época que parece la prehistoria cuando fue
hace apenas 20 años (ahora nos parece tan normal juguetear con nuestras tablets
minúsculas). Pero la historia es tan vacua que pasa a un quinto plano
Claro que en HACF la trama importa
un pepino, eso se sabe desde que planteas hacer una serie con tanto componente
técnico-informáticos. Lo que importa es la vida cotidiana de unos visionarios
enajenados que crearon un portátil por diferentes razones: unos por prestigio,
otros por dinero y otros por enfermedad tecnológica. Narra sus debilidades, egoismos y sus
miedos (no tan diferentes a los que podrían representarse 30 años después) Y
tal vez lo menos importante sea lo que crean, sino esa magnífica capacidad de
AMC de recrear otras épocas en sus series. Es descabellado decir o pensar que
HACF es “mad med”, y que nos vaya a emocionar de esa manera. Pero no cabe duda
de que sigue la senda de esta.
El dramático desarrollo de los
personajes es realmente brillantes, sobre todo el de Lee Pace como Joe
MacMillan y Scoot McNairy (que ya tuvo
un papel superlativo en “argo”, con el mismo vestuario y gafas similares) como
Gordon Clark. El primero como el típico “vendedor” que no se casa con nadie y
manipula a toda una empresa para ponerla a los pies de sus intereses. Su
personaje tiene tanto de magnético como de repulsión. En el caso del personaje
de Gordon Clark, representa el instinto humano de no dejarse vencer, de no
pensar que lo que es, es lo que hay. Su papel de creador del hardware del
futuro portátil es magnífico, en una lucha interna entre la estabilidad
familiar y la locura creativa, que desemboca en un narcisismo exacerbado.
Es una serie para paladear
intensamente, para refugiarte en cada capítulo. El último es sublime
anticipando lo que será un segunda temporada con un ingeniero endiosado, la llegada
de internet y un manipulador buscando su sitio. Pero asumámoslo: no es interesante ni aunque le busques tres pies al gato.
A "the Lottery" le ocurre lo
contrario. Los mimbres eran estupendos, al menos para los amantes de la ciencia
ficción, o de una ficción futurista. En este caso, una “epidemia” de
esterilidad hace que dejen de naces niños en el mundo. Tras 6 años sin que
nazca ninguno, se consiguen 100 óvulos fecundados. A partir de ahí, se crea una
lotería (solo en US, claro) para ver qué mujeres son las afortunadas en
engendrar, a lo mejor, la última generación humana. O al menos el futuro.
Yo ví la peli “Children of Men” de Alfonso Cuarón con Clive Owen,
basada en un relato del mismo nombre de P. D. James y me gustó un montón. El argumento era muy
similar, pero evidentemente no tenía nada que ver, porque lo que le ocurre a la
serie es que el contenido está pésimamente desarrollado por unos actores
propios de una serie palomitera del montón. Hasta la maldad y severidad perpetua de Martin Donovan (rescatado del olvido como abogado en "homeland") en el
papel del responsable del departamento todopoderoso de fertilidad, es más
impostura que interpretación.
Habiendo podido encontrar una
baza argumental en la especie de gran hermano de ganado que se convierte el
concurso post lotería, pasan tangencialmente por la humillación de las
candidatas y la animalización de la raza humana, cuando podría ser lo más
interesante de la serie. Es previsible, simple y aséptica hasta la náusea.
Al contrario que en HACF, que
pasa de un argumento ramplón a una serie sublimemente ambientada y una carga
emocional desbordante (aunque no tengas ni pajolera idea de ordenadores), en
The lottery la vulgaridad se escapa por cada segundo de metraje. En el momento
que rascas un poco la superficie, percibes el tufillo de serie de mediodía
vendida como novedosa. La serie, haciendo un juego de palabras, es tan estéril a la hora de entretener como de generar un desarrollo argumental atractivo.
Estupendo análisis. Me parece muy interesante la comparativa que hace y la distinción entre idea/concepto y dirección/realización. Tenemos cantidad de ejemplos de la importancia de lo uno y de lo otro, y de lo ideal de conseguir el equilibrio entre ambos a la hora de realizar un producto de calidad. Mi idea es que una buena idea/guión en manos de unos malos realizadores probablemente acabe en fracaso, y sin embargo una idea insignificante en la manos adecuadas puede llegar a ser una maravilla (y si no que se lo pregunten a Hitchcock).
ReplyDelete