Después de ver los primeros 4 capítulos de "Hannibal", su
cancelación por los paupérrimos índices de audiencia que otrora me habría
parecido una aberración, no me resultó
una decisión desacertada.
Cuesta decirlo, porque me encuentro entre los que se
sintieron fascinados y atraídos por la serie, tanto por el fondo como por su
forma: refinada, salvaje, elegante y extrema.
Un puzzle psicológico oscuro que encontraba sus cotas más elevadas en
esas conversaciones de Hannibal y Will, en esas cenas fastuosas y esa doble
vida del caníbal tan bien explotada.
Sin embargo, algo se ha roto en "Hannibal" en la última temporada que es imposible de
recomponer. Una temporada llena de altibajos, de
capítulos soporíferos y fatuos hasta la vulgaridad y otros en los que parecía
que volvía por la senda de las primeras
dos temporadas. Los primeros 4 capítulos, por ejemplo, seguían siendo
visualmente únicos: más potente que cualquier serie de la parrilla. Y sí, aún
era algo único en su género. Pero tal vez el error que ha cometido es
precisamente saberse única, sagaz e irrepetible.
De esta forma ha decidido potenciar excesivamente su propia
iconoclastia, hasta convertirse en un videoclip de sí misma. Se ha perdido en un
bucle de música experimental Finlandesa, metáforas incongruentes, discursos
vacuos y escenas extra-zoom, delicadas a la vista, pero extenuantes para el
relato. Mucho primer plano de caracoles, mucha gota de diferentes colores
cayendo y salpicando, mucha taza rota…pero poco chicha. La forma, nuevamente
eclipsando al fondo.
Hubo un cambio de rumbo a partir de la mitad de la serie, en
parte por la vuelta a una forma más lineal y “ortodoxa” a la hora de contar la
historia. De los capítulos 5 al 8, probablemente los mejores de la temporada, nos
devuelven la relación de Will y Hannibal, el final de la historia Florentina (esos
planos del atardecer en el Ponte Vecchio son fastuosos) y la historia paralela
de Mason hasta la aparición del “Red Dragon”. En estos capítulos
preveíamos una evolución, un tono mucho más ágil y preciso, donde los
personajes volvían a ser presentados como personas reales, palpables, y no como caricaturas. Es algo relativamente
extraño, porque la mayoría de las serias flaquean en el valle de las temporadas
para retomar con más fuerza al final.
Tal vez no haya otra forma de contar la historia, de mostrar
lo que Thomas Harris narró en "Red dragon", pero parece que no se acierta a la hora
de plasmar la historia en imágenes. Además de cambiar determinados personajes y
tramas (ciertamente erráticas y desafortunadas) para que el guión sea más
atractivo en la adaptación televisiva, los capítulos de arranque de esta 2º
historia de la temporada son realmente muy pobres: insustanciales, aburridos y
lentos. Reconozco que me dieron ganas de adelantar la serie más de una vez y
que no podía mantener la atención demasiado tiempo seguido en la televisión.
Y aunque los últimos capítulos mejoran sustancialmente los anteriores, no llegan a arreglar el desaguisado en el que se ha llegado a transformar. No ayuda en nada ese final de opereta: absurdo y atropellado, con unas escenas mas propias de "Spartacus" que de "Hannibal". Francamente la serie invitaba a un final mucho mejor.
Y aunque los últimos capítulos mejoran sustancialmente los anteriores, no llegan a arreglar el desaguisado en el que se ha llegado a transformar. No ayuda en nada ese final de opereta: absurdo y atropellado, con unas escenas mas propias de "Spartacus" que de "Hannibal". Francamente la serie invitaba a un final mucho mejor.
No tiene que ver con Mads Mikkelsen ni con Gillian Anderson,
nuevamente estupendos aunque con un punto de sobreactuación de la última y una
apariencia de apatía en el primero. No tiene que ver con el exabrupto
interpretativo que es el histriónico Hugh Dancy, claramente la parte más floja
de la serie. Tiene que ver con un guion pobremente ejecutado y dirigido que no
hace sino ensombrecer una apuesta magnifica de la televisión. Diferente y
extrema, pero finalmente atractiva por ello.
Lamentablemente tendremos que decir adiós de una forma un
tanto decepcionante a Hannibal Lecter y su serie, icónica e incomprendida a
veces. Me gustaría quedarme con las primeras temporadas y esa forma de hacer
televisión tan arriesgada, potente y magnética. Esa forma de hacer televisión
que, salvo contadas y puntuales ocasiones, se ha roto en esta ultima temporada.
Menos mal, me creía un bicho raro porque no me había entusiasmado ni la tercera temporada ni el final de Hannibal... Mira que me han gustado las dos primeras temporadas, pero la tercera me ha resultado demasiado pretenciosa (algunos diálogos!!!), muy larga y excesivamente irregular. El final me parece adecuado, pero no me gusta demasiado; y esa cancioncilla sonando me recordaba los inicios de las películas de James Bond: casi esperaba ver las siluetas de tías desnudas pasando por la pantalla.
ReplyDeleteA mi también me tranquiliza ver que no soy el único que piensa así. He leído muchas cosas en varios blog y paginas esta semana que me han hecho dudar de mi gusto. Gracias por leernos!!!!
ReplyDeleteMe sumo a los comentarios de arriba, la termine recién y no me pareció gran cosa. Leia por todos lados maravillas del final y no entendía. Las dos primeras temporadas son brillantes (mas la primera), en esta ultima comparto 100%, me aburría mirando y tuve que ponerle muchas ganas para terminarla.. y el final, bueno, para mi nada del otro mundo, me atrevo a decir que la mitad del capitulo es pobre, no pasa nada, recién sobre el final vemos algo y a mi no me convenció, ni la pelea, ni a Will rendido ante Hannibal, ni los dos saltando (no sabemos que pasa con ellos) ni la ultima escena muy rara por cierto con Bedelia de la cual no entendemos nada tampoco. A ver, el capitulo estuvo bien, fue un buen capitulo pero vamos, era el final de la serie, esperaba mucho mas
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