Jack The Ripper debería buscar a Kurt Sutter y hacerle un trabajito fino. O en todo
caso, ser detenido por el inspector Reid y tirar la llave de su celda para que
nadie lo encuentre jamás y tenga la tentación de hacer otra serie. Porque la
vergüenza patética que es “the bastard executioner” ha empañado mi visionado de
los últimos capítulos de la trepidante y más que buena “Ripper Street” de la
que acabo de ver la 3º temporada.
Empezando
por la última, la que vale la pena de verdad, en la segunda mitad de 2012 se
produjo un hecho sorprendente: BBC produjo y lanzó dos series, una en su canal
US y otra en el canal 1 de UK, no solo con una temática similar sino con unas
similitudes, ciertamente sorprendentes. Hablo, por supuesto de “Copper” y “Ripper
Street”.
Aunque
con diferente resultado ambas series tenían inquietantes coincidencias:
trataban de la vida de una comisaría en barrios realmente marginales (Whitechapel y five point) donde hay un honesto policía que ha perdido a alguien de
su familia y que se relaciona con un doctor/patólogo que forma parte de las
aventuras. Y además hay una madame con un peso específico muy grande dentro de
la trama general (Franka Potente en US y MyAnna Buring en UK). Además la
estructura general es la misma: semanalmente se resuelve un caso sin dejar de
lado la vida personal de los protagonistas que nos muestra generalmente una mísera
y terrible existencia, muy parecida a la de los miembros de la comunidad.
Pero
igual que Copper me pareció un desatino considerable, Ripper Street me parece
una serie de muy alto nivel, lo que me hace pensar que no es tan importante lo
que se cuenta sino cómo se hace. Y en este sentido la serie británica apaliza
severamente a su prima americana. Probablemente el que Copper fuera cancelada
tras su 2º temporada y Ripper Street esté grabando su 4º temporada
(incorporando al genial David Threlfall, “shameless UK”) es un síntoma significativo
más de ello.
Tomando
como excusa de arranque los asesinatos de Jack the Ripper, va desgranando una
serie de casos para profundizar en la vida de los protagonistas que van
entrecruzándose como en un teatro de variedades en el barrio de Whitechapel.
Sin embargo el interés de los casos, el desarrollo de las investigaciones y los
cierres de cada capítulo son inmensamente más jugosas que las de “Copper” (http://breakingmen.blogspot.com.es/2013/11/una-de-polis-y-cacos-dificil-mejorar.html)
Tal
vez una de las virtudes de la serie es la incorporación de muy buenos actores
prácticamente desconocidos, encabezados por Matthew Macfadyen interpretando al
Inspector jefe Edmund Reid (personaje histórico bastante bien retratado), un
hombre atormentado por su vida personal e imbuido hasta la médula en su trabajo
al servicio de un barrio que le zarandea siempre que puede.
Jerome
Flynn, rescatado del anonimato como Bronn en GOT, es el brazo duro de la
comisaría y va ganando en relevancia según pasan las temporadas, desde una mera comparsa a un peso pesado dentro del desarrollo global de la serie.
También
hay que destacar que la calidad de la serie va aumentando según pasan las
temporadas. La tercera que acabo de terminar es la más brillante de las tres,
tal vez ayudado por el salto temporal de 4 años respecto a la temporada anterior. Si hay que reprocharle algo es el excesivo
metraje: casi 70 minutos de serie se hace a veces un poco excesivo.
Una
serie realmente interesante que te traslada a otro tiempo, porque la creíble y
realista escenografía y ambientación te permite respirar el hedor y la miseria del
Londres de finales del XIX
No
quiero dedicar más que un párrafo a la mamarrachada que es “the bastard executioner”. Y aunque no esperaba demasiado a vista de los trailers y de ciertos
comentarios sobre las razones más de marketing que de talento para esta nueva
basura de FX., sí esperaba que del creador de “the shield” y de “sons of
anarchy” saliera algo al menos digno.
Realmente
la serie parece una mofa de las películas de época, con una irreal Kate Sagal
(que solo su amor por Sutter le hace dilapidar su trayectoria en este bodrio)
absolutamente patética y un resto de actores que parecen caricaturas de personajes.
Ni el guion, ni la puesta en escena valen siquiera el coste de oportunidad de
perderse cualquier otra bazofia televisiva.
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