La
premisa de cualquier obra de ciencia ficción, debería incluir, como mínimo, una
originalidad que permita sorprenderte para profundizar en el tema. Dado que todo el mundo sabe
que es mentira, un futurible, una broma de los guionistas, nada impide que se
trate de jugar con la imaginación y con la mente del telespectador.
En
este sentido dos series recientes tienen un comportamiento muy diferente:
Wayward Pines tenia todos los elementos para haber sido interesante y
recordada, ahora sí lo sabemos, como una muy buena miniserie. Es muy
interesante, aunque no sé si será recordada. “Humans”, la versión inglesa de la
sueca “real humans” no solo es un remake de esta, sino que bebe excesivamente
de mitos de la ciencia ficción, sobre todo de “Blade Runner” de la que,
voluntaria o involuntariamente es un calco edulcorado.
Y
aun así hay muchas cosas de “humans” que me satisfacen, porque a veces me gusta
plantearme cuestiones más profundas cuando veo una serie. Y esta abre debates
éticos y morales: ¿¿Pueden los robots ser esclavos sin perder la dignidad? ¿qué
pasa cuando quieran ser humanos??? ¿¿¿Llegará un momento en que el humano sea el prescindible porque no hay nada
que un humano pueda hacer que no haga más barato y mejor un robot (una de las
grandes reflexiones de la serie para las generaciones futuras)??
La
trama se basa en un futuro donde los "sintéticos" (¿o debería decir replicantes
de nueva generación?) se encargan de hacer las tareas más pesadas de los
humanos. Inevitablemente los humanos tienen la tendencia a empatizar con ellos,
unas veces porque forman parte de nuestra familia y recuerdos y otras porque
son capaces de llegar donde los humanos no llegan a veces.
En
el primero de los casos se sitúa la historia de William Hurt, que mantiene a
su robot únicamente porque le recuerda a su mujer desaparecida y porque tiene un
pasado común con él donde está ella. En el segundo, en el de los robot que han
superado a los humanos en capacidad de dar respuesta a los problemas
particulares de los humanos mejor que estos mismos, está en caso de la familia
principal en el que el robot es capaz de llegar a establecer una relación de
cariño-afecto mayor que el de los propios padres, o el del policía encarnado
por Neil Maskell (famoso por “utopía” o “dates”) cuyo robot que cuida de su
esposa minusválida, le proporciona mucha más utilidad que su esposo obsesionado
con el progreso de los sintéticos.
Juega
la serie, eso sí, con la ambigüedad de si los personajes son o no sintéticos,
humanizando a unos y “maquinalizando” a los otros, aunque en eso no se
diferencia también de la ya mencionada “Blade runner”. Incluso aquí también hay
un grupo de robots, encabezados por Colin
Morgan (“Merlin”) a los que se les ha dado raciocinio y conciencia y que
quieren liberarse de las cadenas opresoras humanas
Con
lo que aunque la serie tiene buena voluntad y está bien llevada, fracasa en su
intento de aportar algo nuevo mundo del entretenimiento. Hay que reconocerle
que es amena y tiene unas interpretaciones bastante meritorias.
El
reverso de la moneda es la enigmática Wayward Pynes, estrella de primavera-verano de la FOX, producida y dirigida (en su primer capítulo) por M. Night Shyamalan. He leído que es una mezcla de "Twin Peaks" y "Lost", aunque tanto refrito hace que se quede a medio camino de
ambas: no es tan costumbrista y talentosa como una ni tan sorprendente como la
otra.
Los
primeros capítulos (bajo mi punto de vista los mejores) presentan a Matt Dillon
como el agente Ethan Burke, que acaba en un pueblo, a la sazón Wayward Pines,
del que no puede salir y que esconde secretos en cada rincón. En esos momentos
pensamos en un “show de Truman” rejuvenecido. Aunque a mitad de temporada todo
cambia, se aclaran las dudas y nos descubre una realidad que nada tiene que ver
con lo que nadie puede pensar. Esos capítulos 5 y 6 auguraban un final de
temporada fantástica, aunque se ha ido diluyendo tremendamente. Da la impresión
de que, tras abrir los ojos al espectador, no quedaba nada mas que mostrar.
Wayward
pynes es mejor que sus actores. No me desagrada Matt Dillon. Siempre será
Dallas en "Rebeldes" (que me maravillo cuando era un enano) y su actuación en
“Crack” y en “singles” estaba bien. Pero no me lo acabo de creer. En Wayward
Pines, todo gira en torno a él, y aunque cumple decentemente (con esa voz es
difícil no hacerlo), es plano y aburrido. Mucho peor es Carla Gugino, una
gafe televisiva y pésima actriz, intrascendente desde el primer minuto.
Lamentablemente los actores con más talento, a saber Terrence Howard
y Juliette Lewis, salen demasiado rápido de la serie como para poder haberles
sacado el jugo que se hubiera podido y merecido.
Aun
así es una serie muy recomendable, ideal para verte los 10 capítulos del tirón
en verano. A pesar de ciertos errores de guión un poco gruesos, te mantiene en
vilo y te imbuye en un universo asfixiante y claustrofóbico, que hace del
engaño y el oscurantismo su razón de ser.
Lastima que, como
parece, se vaya a quedar en una miniserie de una temporada. El argumento y la
trama invitaban a imaginar una historia mucho más amplia, con nuevos retos para
los ciudadanos y grandes vueltas de tuerca imposibles en este pueblo único en
todos los sentidos.