Friday, 24 July 2015

Humans y Wayward Pines: entre la ciencia y la ficcion

La premisa de cualquier obra de ciencia ficción, debería incluir, como mínimo, una originalidad que permita sorprenderte para profundizar en el tema. Dado que todo el mundo sabe que es mentira, un futurible, una broma de los guionistas, nada impide que se trate de jugar con la imaginación y con la mente del telespectador.

En este sentido dos series recientes tienen un comportamiento muy diferente: Wayward Pines tenia todos los elementos para haber sido interesante y recordada, ahora sí lo sabemos, como una muy buena miniserie. Es muy interesante, aunque no sé si será recordada. “Humans”, la versión inglesa de la sueca “real humans” no solo es un remake de esta, sino que bebe excesivamente de mitos de la ciencia ficción, sobre todo de “Blade Runner” de la que, voluntaria o involuntariamente es un calco edulcorado.


Y aun así hay muchas cosas de “humans” que me satisfacen, porque a veces me gusta plantearme cuestiones más profundas cuando veo una serie. Y esta abre debates éticos y morales: ¿¿Pueden los robots ser esclavos sin perder la dignidad? ¿qué pasa cuando quieran ser humanos??? ¿¿¿Llegará un momento en que el humano sea el prescindible porque no hay nada que un humano pueda hacer que no haga más barato y mejor un robot (una de las grandes reflexiones de la serie para las generaciones futuras)??

La trama se basa en un futuro donde los "sintéticos" (¿o debería decir replicantes de nueva generación?) se encargan de hacer las tareas más pesadas de los humanos. Inevitablemente los humanos tienen la tendencia a empatizar con ellos, unas veces porque forman parte de nuestra familia y recuerdos y otras porque son capaces de llegar donde los humanos no llegan a veces.

En el primero de los casos se sitúa la historia de William Hurt, que mantiene a su robot únicamente porque le recuerda a su mujer desaparecida y porque tiene un pasado común con él donde está ella. En el segundo, en el de los robot que han superado a los humanos en capacidad de dar respuesta a los problemas particulares de los humanos mejor que estos mismos, está en caso de la familia principal en el que el robot es capaz de llegar a establecer una relación de cariño-afecto mayor que el de los propios padres, o el del policía encarnado por Neil Maskell (famoso por “utopía” o “dates”) cuyo robot que cuida de su esposa minusválida, le proporciona mucha más utilidad que su esposo obsesionado con el progreso de los sintéticos.











Juega la serie, eso sí, con la ambigüedad de si los personajes son o no sintéticos, humanizando a unos y “maquinalizando” a los otros, aunque en eso no se diferencia también de la ya mencionada “Blade runner”. Incluso aquí también hay un grupo de robots, encabezados por  Colin Morgan (“Merlin”) a los que se les ha dado raciocinio y conciencia y que quieren liberarse de las cadenas opresoras humanas

Con lo que aunque la serie tiene buena voluntad y está bien llevada, fracasa en su intento de aportar algo nuevo mundo del entretenimiento. Hay que reconocerle que es amena y tiene unas interpretaciones bastante meritorias.

El reverso de la moneda es la enigmática Wayward Pynes, estrella de primavera-verano de la FOX, producida y dirigida (en su primer capítulo) por M. Night Shyamalan. He leído que es una mezcla de "Twin Peaks" y "Lost", aunque tanto refrito hace que se quede a medio camino de ambas: no es tan costumbrista y talentosa como una ni tan sorprendente como la otra.

Los primeros capítulos (bajo mi punto de vista los mejores) presentan a Matt Dillon como el agente Ethan Burke, que acaba en un pueblo, a la sazón Wayward Pines, del que no puede salir y que esconde secretos en cada rincón. En esos momentos pensamos en un “show de Truman” rejuvenecido. Aunque a mitad de temporada todo cambia, se aclaran las dudas y nos descubre una realidad que nada tiene que ver con lo que nadie puede pensar. Esos capítulos 5 y 6 auguraban un final de temporada fantástica, aunque se ha ido diluyendo tremendamente. Da la impresión de que, tras abrir los ojos al espectador, no quedaba nada mas que mostrar.



Wayward pynes es mejor que sus actores. No me desagrada Matt Dillon. Siempre será Dallas en "Rebeldes" (que me maravillo cuando era un enano) y su actuación en “Crack” y en “singles” estaba bien. Pero no me lo acabo de creer. En Wayward Pines, todo gira en torno a él, y aunque cumple decentemente (con esa voz es difícil no hacerlo), es plano y aburrido. Mucho peor es Carla Gugino, una gafe televisiva y pésima actriz, intrascendente desde el primer minuto. Lamentablemente los actores con más talento, a saber Terrence Howard y Juliette Lewis, salen demasiado rápido de la serie como para poder haberles sacado el jugo que se hubiera podido y merecido.

Aun así es una serie muy recomendable, ideal para verte los 10 capítulos del tirón en verano. A pesar de ciertos errores de guión un poco gruesos, te mantiene en vilo y te imbuye en un universo asfixiante y claustrofóbico, que hace del engaño y el oscurantismo su razón de ser.

Lastima que, como parece, se vaya a quedar en una miniserie de una temporada. El argumento y la trama invitaban a imaginar una historia mucho más amplia, con nuevos retos para los ciudadanos y grandes vueltas de tuerca imposibles en este pueblo único en todos los sentidos.



Tuesday, 21 July 2015

La habitacion perdida: recuerdo de una miniserie emblematica

Cuando una miniserie aparece repetidamente en todas las listas de “las mejores…” suele ser un buen indicativo. Y “la habitación perdida” esta en todas ellas. Y con toda la razón del mundo, demostrando que, aunque han pasado casi 10 años de la misma, cuando un producto es de gran calidad, todo, y en especial el tiempo, es relativo.

No soy fan de la ciencia-ficción aunque me fascina la incomprensión y el desconocimiento en dosis justas. La “habitación perdida” tiene de ello a raudales, y como en las películas de James Bond, tienes que imbuirte en ellas dejando atrás tus conocimientos físicos y temporales, porque es una miniserie que te hará disfrutar si eres capaz de abrir tu mente, de no dar nada por sentado y de expandir tu imaginación.

Plantea un argumento en el que existe un mundo paralelo creado a partir de algún suceso (que no se desvela) en una habitación de motel de carreta. Los objetos que estaban en la habitación nº 10 de este motel, cuando ocurrió el suceso, repentinamente adquieren propiedades semi-mágicas. Algunos son ciertamente útiles, como un peine que detiene el tiempo o la llave de la habitación  que te lleva a través de la misma a la puerta que quieras. Otros parecen que no, como un billete que al tocarte la cabeza te lleva a Nuevo Mejico, aunque puede que la combinación de varios también tenga efectos insospechados



Lo bueno de la serie es que no hace falta que te devanes el cerebro tratando de seguir la trama, ni se pierde en elucubraciones sobre el origen o el fin de los objetos, o sobre la racionalidad de lo que acontece, sino que es bastante sencilla y ágil para el espectador cuando aceptas que todo es relativo.

La miniserie empieza cuando Joe Miller (Peter Krause) empieza a investigar un caso de asesinato y una extraña llave acaba en su poder. Con dicha llave, es capaz de entrar en una habitación de hotel y aparecer a través de ella en la puerta del mundo que quiera. Algo genial, salvo que su hija pequeña entra en la misma por error, y desaparece, no se sabe donde. Desde entonces empieza la búsqueda de la cría a través del descubrimiento de la historia de los objetos y de la habitación en sí. En esta búsqueda le ayuda Julianna Margulies como Jennifer Bloom, miembro de una extraña hermandad que intenta destruir los objetos.

Sin embargo, otros grupos como “la orden” y coleccionistas individuales, intentan recuperar todos los objetos posibles para hacerse con su poder y, combinándolos, lograr sus objetivos, desde resucitar a los muertos o en buscar lo que creen que es el fin divino: buscar la esencia de Dios.

Y aunque las interpretaciones no son ninguna maravilla, no es lo que se le pide a una serie fantástica o de ciencia ficción. Aquí prima claramente el guion, y este es estupendo. Es novedoso (aunque con algún toque obsesivo por los objetos al mas puro estilo “Lord of the ring”), sorprendente y engancha. Margulies, en un periodo oscuro entre “ER” y “The good wife”, está comedida, menos fina y expresiva que en “The good wife”, y Peter Krause, entre “six feet under” y "parenthood" es…..bueno es…., pues eso: simplemente él mismo. Cansinamente igual que en todos los papeles que ha interpretado en su vida. Antes de  “Six feet under” ni Dios le conocía y por eso su personaje estaba tan bien y resultaba auténtico y genuino. Después, solo ha repetido su actuación, pasando del desenfadado estereotipo americano al aburrido y cargante padre de familia.




















En definitiva, “habitación perdida” es un pedazo de miniserie maravillosa, para darte un atracón  de fantasía veraniega, repleto de efectos especiales y con una combinación dramática y humorística que la hacer muy especial. Os la recomiendo encarecidamente




Monday, 13 July 2015

El embrujo de Vanessa Ives (y Eva Green)

La recién acabada temporada de "Penny Dreadful", no solo se ha ganado un hueco en mi corazón, sino que ha rellenado el que ha ido dejando AHS desde su 2º temporada. El hueco de la serie de miedo de calidad, acongojante e impactante.


Para los que lo ignoran, las penny dreadful eran las pequeñas publicaciones de terror o que narraban acontecimientos tétricos y sangrientos que se vendían a ese precio en la Inglaterra de mediados del XIX, sobre todo popular entre las clases bajas. Y el planteamiento de la 1º temporada, era un ramillete de historias terroríficas de toda la vida y de personajes truculentos que se reúnen para una misión común. Aquí cabían el hombre lobo, las espiritistas, Frankenstein, Dorian Gray o los vampiros


Y a pesar de un guion bastante deslavazado, donde tenían la necesidad de meter a todos estos monstruos en el mismo saco, acertaban plenamente en la ambientación victoriana londinense, en un ritmo poético y gotico asfixiante y en unas actuaciones fascinantes. Aquí, por supuesto y sobre todo, hay que hablar de Eva Green que empezando por sus sesiones de espiritismo, hasta su pelea con los no muertos, aterraba y enamorada con la misma intensidad.

Todos estos defectos de una historia inconexa y anárquica, que no enganchaba ni convencía, se remedian en la nueva temporada. No solo eso, sino que consigue realizar un trabajo magnífico y trepidante.

¿La razón? Desde mi punto de vista hay que fijarse en dos. Por una parte, elimina el batiburrillo de personajes inconexos que hacían difícil de seguir la trama. Ahora ya conocemos a los personajes y el pequeño circulo que forman. A partir de ahí, los personajes crecen y se consolidan de una forma mucho más natural, en las interacciones entre ellos y en la lucha contra el enemigo común: las brujas.




Porque el elemento que ha mejorado la serie y ha servido de amalgama son las brujas, cuyo objetivo es conseguir el alma de Vanessa Ives para su amo. Y la serie acaba convirtiéndose en una serie de brujas, porque Ives también lo es, pero nada de las brujas de Dior, pomposas y rencauchutadas de AHS. Brujas de las jodidamente malas, de las que se bañan en sangre de virgen, roban niños para rajarles en rituales y seducen con embustes. Aqui el personaje de la bruja suprema, interpretado por Helen McCrory, que ya estaba fantástica en "Peaky blinders, es una delicia. Nunca la expresión sonrisa satánica tuvo tanto fondo donde apoyarse. En este sentido nos muestra a las brujas en dos polos opuestos del aquelarre: las brujas buenas, en contacto con la naturaleza que viven apartadas, temerosas, y las brujas salvajes y despiadadas. Ambas se dan cita en un capitulo 3 auténticamente soberbio, en una lucha con la alcahueta con final muy brujeril, con brea, fuego y salivazos.


Además la serie no pierde esa atmósfera romántica, tétrica y sobria que le caracteriza, pero sin reparos en mostrar la sangre, el sexo o el miedo, lo que la hace más creíble y difícil.

Como conclusión decir que en este caso, los actores sí que venden la serie y la magnifican. A la ya comentada actuación Helen McCrory, hay que unir la de Rory Kinnear, conocido por Black Mirror, Southcraff o la reciente The Casual Vacancy. Su papel de “criatura”, o monstruo de Frankenstein, es descorazonadora y sinuosa, mostrando unos registros difíciles de igualar. Y Josh Hartnett como Ethan Chandler, igualmente convence y no desentona para nada con un reparto realmente estupendo.


Aunque todo nos lleva nuevamente a Eva Green. Escucharla hablando la lengua del diablo no sé si me aterra o me pone cachondo, pero su presencia, hierática, hermosa y desafiante, es el mejor cartel y la mejor definición de la serie. Si a mi ya me enamoró en Casino Royale, su actuación de Penny Dreadful la sitúa en mi altar de actrices que te embrujan con solo una caída de ojos. 

Al fin y al cabo esa es la ventaja de ser una bruja.







Saturday, 4 July 2015

Transparent es casi perfecta

Llevaba meses queriendo ver esta producción de Amazon Studios pero los Game of Thrones, Walking Dead y Mad Men eclipsan la temporada y no dejan tiempo para mucho. Prime Instant Video lleva mostrando series piloto en su web desde 2013, y Transparent es la primera gran serie que ha producido.




Este drama familiar es excepcional, no solo por la calidad del guion y de los actores, sino por lo que representa. Mort/Maura Pfefferman (Jeffry Tambor, ganador del globo de oro por su papel en esta serie) es un padre de familia divorciado que en el primer episodio todavía busca el coraje para salir del armario y presentarse a los demas como transexual. Shelly (Judith Light), su ex mujer, lucha por la atencion de sus hijos mientras atiende a su nuevo marido que sufre demencia. Sus hijos son Ali, una escritora en paro y con un juicio cuestionable, caracterizada por Gaby Hoffmann (la hermana de Adam en Girls); Josh (Jay Duplass), un productor musical con debilidad por las jóvenes, quizá debido al hecho que en el pasado tuvo un lio con su babysitter; y Sarah (Amy Landecker) que es una ama de casa que quiere dejar a su marido por su amiga de universidad.




A primera vista los Pfefferman parecen una familia típica, que no ven mas allá de si mismos y de sus problemas. Sin embargo esta historia no es acerca de la transición del padre de Mort a Maura, sino de los secretos que la familia mantiene entre ellos, y de como ellos se van transformando según estos salen a la luz.

Transparent es una maravilla, osada, divertida y profundamente conmovedora. Lo que mas me gusta de la serie es como la creadora, Jill Soloway (Six Feet Under), juega con los flashback de historias pasadas para dar contexto a las historias presentes. El ambiente, la cinematografía, la música, y la actuación natural e improvisada provocan al espectador una sensación de felicidad y nostalgia, que hace que quieras saber mas de la vida de los personajes al final de cada capitulo. Aunque Transparent pueda dar pereza ver por el tema que trata, el esfuerzo merece la pena, por los puntos de vista que presenta y por el placer de ver a Jeffry Tambor en un rol que revela su gran talento por primera vez.




Esperamos este tipo de maravillas de los HBO o los AMC, aunque como Orange is the New Black de Netflix Original, Transparent demuestra que los nuevos sitios de streaming en Internet pueden ser mas que un Blockbuster online.

Wednesday, 1 July 2015

EL REY HA MUERTO...VIVA EL REY

El 10 de Junio del año 2007, tras seis temporadas y 86 episodios, se despedía una de las series más influyentes y maravillosas de la historia de la televisión, dejando nuestro corazón roto y a su orondo protagonista en el olimpo televisivo. Sin embargo, cuarenta días después, el 19 de julio del año 2007, se estrenaba otra joya de siete temporadas y 92 episodios, que contribuiría a rellenar ese vacío, y crearía un nuevo icono de nuestra cultura. Estoy hablando de “Los Soprano”/Tony Soprano y de “Mad Men”/Don Draper. Ambas series tienen un nexo en común, el de la figura de Matthew Weiner.
“Los Soprano” fue el buque insignia de la emergente cadena HBO, y encabezó y lideró en 1999 la edad dorada de la televisión, tal como lo había hecho el cine americano en la década de los años cuarenta. La serie formaba una obra plena en su totalidad, con gran protagonismo de la historia y de los guiones, huyendo de la previsibilidad y del tedio de las series de la época. Su creador y guionista de 30 de los episodios, fue el gran David Chase, que había colaborado previamente en la añorada “Doctor en Alaska”.
A lo largo de sus temporadas mantuvo un nivel superlativo y no recuerdo altibajos destacables, componiendo un galería de secundarios para el recuerdo, pero todos ellos eclipsados por la personalidad del tristemente desaparecido James Galdonfini, en un personaje hecho a su medida. He leído que Galdonfini traía de cabeza a los productores y directores con sus escapadas de varios días en paradero desconocido en compañía de alcohol y drogas, pero Los Soprano sin Tony era inimaginable. Todavía me emociono cuando recuerdo la muerte de Christopher Moltisanti (inmenso Michael Imperioli) con la música de Van Morrison cantando “Confortably numb”.
El último y recordado capítulo fue visto por doce millones de espectadores en USA, algo inimaginable hasta la fecha para una televisión por cable, y un récord insuperable hasta la llegada del trasatlántico “Juego de Tronos”.
Uno de los guionistas que más contribuyó a esta magna obra fue Matthew Weiner, que tras el final de la misma se lanzó a la tarea de crear una obra centrada en una agencia de publicidad en los tumultuosos y efervescentes años sesenta-setenta. Tras ser rechazado por la cadena HBO (al parecer porque querían que David Chase permaneciera como productor ejecutivo, de lo que todavía se arrepienten), la emergente cadena AMC apostó fuerte por Weiner y por la calidad (posteriormente llegarían “Breaking Bad”, “Walking Dead”, “The Killing”,... sin comentarios).
El mundo de la publicidad siempre me había atraído (recuerdo la entrañable serie “Treinta y tantos”) y “Mad Men” me enganchó desde el primer capítulo, con unos guiones sobresalientes, una ambientación y dirección perfecta y sobre todo una galería de personajes masculinos y sobre todo femeninos inolvidables. Tachada en ocasiones de lenta y cadenciosa, nada más allá de la realidad, aunque reconozco que posiblemente la dos últimas temporadas han tenido algún altibajo dentro de la excelencia. Mad Men nos sumerge en el fin y el comienzo de una nueva era moderna, con los cambios en la mentalidad que conlleva.
La galería de personajes es maravillosa, como el mujeriego y hedonista Roger Sterling, la maravillosa y voluptuosa Joan Holloway y el de la enternecedora hija de Don, Sally Draper, que presenta un evolución deliciosa a lo largo de las siete temporadas. Como en el caso de Tony Soprano, todos quedan eclipsado por Don Draper, capaz de crear un personaje icónico, con sus trajes, sus Lucky Strike y sus cócteles Old Fashioned.
La despedida de Don Draper ha supuesto una profunda pérdida como la que constituyó en su momento la de Tony Soprano, esperemos la llegada de un nuevo sucesor. El Rey ha muerto...