Si existe un icono de la
literatura y de la cultura en los últimos siglos es el de la figura de Sherlock
Holmes. Este personaje ha entusiasmado a sus seguidores desde que lo creó Sir
Arthur Conan Doyle en 1887. En mi caso, desde que tengo uso de razón quedé
maravillado por la figura de Sherlock y su método deductivo, y recuerdo con
doce años de edad adquirir sus obras completas en tres tomos dentro de la
colección de grandes maestros del crimen y misterio de la editorial Orbis,
devorándolos en su momento y a lo largo de los años repetidamente, conservándolos todavía como el más preciado
tesoro de mis estanterías.
Sherlock Holmes es la figura
literaria que más veces ha sido trasladada al cine y a la televisión. En la
pantalla grande Basil Rathbone fue un gran Sherlock en los años cuarenta,
acompañado por el ingenuo Nigel Bruce como Watson, aunque sus películas con el
paso del tiempo adolecen de cierta ingenuidad. En los años posteriores me
encantó el gran Christopher Plummer en “Asesinato por decreto”, donde
acompañado de James Mason como Watson, se enfrentaban a Jack el destripador, y
también destaca Robert Stephens en el acercamiento del maestro Billy Wilder a
la figura del detective en “La vida privada de Sherlock Holmes”. En los últimos
años Robert Downey compuso un simpático Sherlock, con gran éxito y secuela,
aunque las películas de Guy Ritchie eran más blockbusters que otra cosa.
En la pequeña pantalla Sherlock
también ha sido representado en numerosas ocasiones, destacando el actor Jeremy
Brett, que a lo largo de diez años encarnó al personaje en la famosa serie de
Granada TV desde 1984, con gran fidelidad a los textos originales. También
recuerdo con mucha simpatía la serie de animación de Hayao Miyazaki en los años
ochenta
Por todo esto cuando la BBC
anunció en el año 2010 el estreno de una nueva serie basada en el personaje de
Sherlock Holmes, lo tomé con cautela y cierto escepticismo, dado que me
esperaba más de lo mismo. Llegaba de la mano de dos fanáticos de Sherlock y del
Dr. Who, Mark Gattis (que se reservó el goloso papel de Mycroft Holmes con
acierto) y Steven Moffat, y con dos actores poco conocidos hasta la fecha, pero
que en estos años se han convertido en estrellas absolutas: Bennedict Cumberbatch
y Martin Freeman.
Desde el primer momento la serie
nos descubrió a un Sherlock moderno, fresco, muy irónico y con una
impresionante capacidad deductiva (están maravillosamente recreados los
procesos de deducción que realiza el detective). Los productores acertaron
realizando 3 capítulos por temporada de 90 minutos, donde la trama basada
tangencialmente en los textos originales no era lo primordial, sino el
desarrollo de los personajes y la relación de sus dos protagonistas, que va
cobrando más importancia según avanzan los capítulos, sobre todo en su tercera
temporada, en la que después de la reaparición de Sherlock, se suceden unas
desternillantes escenas entre ambos.
A Martin Freeman le va como anillo al dedo el
personaje de Watson, pero la gran estrella es Bennedict Cumberbatch que crea un
Sherlock a la altura de los mejores, aportando grandes dosis de humor y
autoparodia al detective, haciendo que los noventa minutos de cada capítulo se
pasen en un suspiro. Por supuesto fundamental el visionado en versión original,
pues el doblaje tira por los suelos todos los matices irónicos y la contundente
voz de Cumberbatch.
La BBC mima la serie al detalle,
con una realización, ambientación y banda sonora de gran altura, y una galería
de secundarios elegidos con gran acierto, como el mencionado Mycroft Holmes
(antológica la escena en la que juega con Holmes al “ajedrez”), el personaje clave
de Irene Adler (interpretado por la enigmática y sensual Lara Pulver con gran
acierto) en uno de los mejores capítulos de la serie (“Escándalo en Belgravia”),
el genial y atemorizante Moriarty encarnado por un histriónico Andrew Scott, el
terrorífico Lars Mikkelsson como el villano de la tercera temporada Charles
August Magnusson y un eficaz Rupert Graves en el papel de Lestrade.
Agradecer cómo los productores y la BBC han dado una vuelta de tuerca al mítico personaje, logrando algo inteligente y moderno, aportando frescura al panorama actual. Como siempre las comparaciones con nuestra televisión patria son odiosas. Parece que la serie va a tener al menos dos temporadas más, aunque supongo que todo dependerá del interés y de la agenda de Cumberbatch y Freeman. Yo por mi parte seguiré esperando ansioso los capítulos, y repasando las novelas de Conan Doyle como homenaje a mi querido Sherlock.
Soberbio análisis de Holmes y de la nueva versión de la BBC. Creo que el mayor acierto de la serie ha sido trasladar las tramas a la actualidad sin que se pierda un ápice de la intensidad ni del misterio. Debe reconocer que Cumberbatch no es de mi agrado, pero tambien que lo hace de mimo y que va a ser dificil separarle del personaje. Y coincido que las escenas y los recursos tecnicos de las deducciones son fabulosos. grandisimo post
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