Me resulta ciertamente sorprendente que no se
haya incluido entre las nominaciones a los Emmy de este año esta serie dramática
que retrata el impacto que supone para las familias de clase media acomodada la
vuelta de un personaje del pasado que les devuelve a sus miserias y amenaza con
arrebatarles su sueño de autocomplacencia. Un pequeño lujo con el que Netflix nos vuelve a sorprender.
Porque inicialmente el argumento no va más allá
de eso: la vuelta de Danny Rayburn, hijo prodigo, que vuelve a su pueblo natal,
allá por los cayos de Miami donde viven sus padres, regentando un hotel paradisíaco y sus hermanos, todos ellos acomodados, felices y apegados tanto a
su forma de vida burguesa como a su apellido, orgullo y lastre para todos ellos. Sin embargo la
visita temporal se convierte en definitiva y la vida de todos los miembros de
la familia se ve trastocada en mayor o menor medida por este hermano díscolo
que parece un corderito en busca de refugio pero que poco a poco descubre
aviesas intenciones.
Bloodline es una sorprendente mezcla de intriga
y drama familiar que sabe deslizarse a la perfección entre los sentimientos y
los deseos de los personajes, retando al espectador a un juego de virtudes
y afectos, empujándonos a adorar a la oveja negra de la familia aunque no
queramos para luego pasar a ayudarnos a aborrecerle.
Mucho tienen que ver con el resultado los
creadores, Todd A. Kessler y Glenn Kessler, los mismos que mantuvieron y
encumbraron a "Damages", otro estupendo drama legal, y produjeron varias de las
temporadas de Los soprano. La experiencia en las mismas les ha ayudado a crear
una serie donde los personajes son mucho más complejos de lo que nos dejan ver
delante de las cámaras. Como en Damages, van anticipando parte de la resolución
final en cada capítulo. Algo que que en “how to get away with a murderer” es ridículamente predecible y naïve y que aquí se ensambla divinamente en los últimos dos capítulos
Pero mas si cabe, tiene que ver la estupenda actuación de sus dos
protagonistas masculinos: Ben Mendelsohn como Danny
Rayburn, el elemento disonante que vuelve al redil familiar aparentemente en
busca de un descanso o de la paz que no consiguió en el pasado pero que esconde
algo turbio y oscuro que se irá desentrañando con el paso de los capítulos.
Su contratapunto es Kyle Chandler, como John
Rayburn, alguacil y cabeza de familia, que navega entre la rectitud de su cargo
y del puesto que su familia le ha impuesto y su deseo de evitar que nada ni
nadie trastoque el nivel de vida o el status que se ha ido ganando. A Chandler no
le he visto en “Friday Night Lights” por la que ganó un Emmy y fue nominado a
otro, pero al parecer su actuación es sobresaliente. Si ya me convenció en
“el lobo de Wall Street” y en “Zero Dark Thirty”, en Bloodline, por la que
vuelve a estar nominado al Emmy, está realmente fantástico en un papel que no
encaja con esa imagen de chico bueno (tal vez el incluir un “Fuck” en una de
cada dos frases ayuda)
El resto del electo, no desmerece para nada, desde Sissy Spacy como madre del clan hasta Chloë Sevigny que ya tuvo unos papeles estupendos en "AHS" y sobre todo en “Hit and Miss”, pasando por Linda Cardellini aquella vecina casada con el amigo medico de Don Draper que se trajinaba en "Mad Men" y que aquí es la hermana, mucho menos fuerte y mas ladina de lo que inicialmente aparenta.
La serie va mas alla de unos planos
magnificamente realizados y de una fotografía clara y brillante, donde el
escenario tiene tanto que ver como los personajes, tan limpio y luminoso como
oscuro es el alma de sus moradores. La serie acaba narrando básicamente una
historia cainita de venganzas y egoísmo, donde los
errores del pasado no se olvidan y vuelven machaconamente para no dejarte
avanzar.