Las personas de nuestra generación, guardamos recuerdos entrañables de las series que emitía TVE en verano, dedicadas a una franja de público más infantil, y que hacían nuestras delicias al volver de la piscina o de la playa. Series como “El superhéroe americano”, “El coche fantástico”, “Starman”, “El halcón callejero” o nuestra “Verano azul”, emocionaban y divertían a niños y adultos durante la época estival.
En mi caso, como buen aficionado a la ciencia ficción (tanto en la literatura como en el cine), uno de los mejores recuerdos que tengo de mi infancia (televisivamente hablando) es el del verano en el que emitieron “Galáctica, estrella de combate” (1978). Aprovechando el shock y la revolución que supuso “Star Wars” (1977), el creador Glen Larson (que anteriormente había participado en la recordada “El Fugitivo”), realizó la serie de televisión más cara hasta la fecha, en la que la civilización humana compuesta por las doce colonias de Kobol, era atacada y casi exterminada por el Imperio Cylon, una civilización de robots originalmente creados por una raza de reptiles alienígena. A este ataque sólo sobrevive la Estrella de combate Galáctica, al mando del Comandante Adama (Lorne Green), constituyendo una especia de Arca de Noé en busca de la tierra prometida.
La serie estaba realizada con solvencia para los estándares de la época, aunque vista más de treinta años después ha envejecido bastante manteniendo el encanto del pasado. Además contaba con unos eficaces protagonistas, Richard Hatch (Apolo) y Dirk Benedict (Starbuck) antes de hacer “El equipo A”, como pilotos de combate, manejando las naves Viper que soñábamos con tripular en nuestras fantasías aniquilando cylones a tutiplén. La serie contó solamente de una temporada de doce capítulos, seguida dos años después por una abominable y casposa continuación de diez episodios llamada “Galáctica 1980”.
Con este maravilloso recuerdo de infancia, me sorprendió mucho que en el año 2003 los estudios Universal a través del canal Sci Fi Channel, de la mano de Ronald D. Moore decidieran acometer la idea de hacer un remake con el título de “Battlestar Galactica” (Reimagined Series). En todo ello tuvo mucho que ver la figura del mencionado Richard Hatch, que había escrito varios libros sobre Galáctica, y realizado un episodio piloto en 1999 con el objetivo de relanzar la serie, que no fructificó en su momento, pero que sin embargo le dio la oportunidad de participar activamente en este nuevo proyecto interpretando a un personaje recurrente en la serie, el terrorista convertido en político Tom Zarek.
Como ante cualquier remake de un producto añorado, mis sensaciones fueron de rechazo, y sólo decidí contemplar dicha obra al terminar la emisión de la misma y escuchar múltiples alabanzas desde diversos medios, cuando un amigo me dejó el pack completo de cuatro temporadas, 73 episodios y dos películas.
Battlestar Galactica constituye un entretenimiento de primer orden para amantes de la ciencia ficción, con una factura técnica y de efectos especiales a la altura, que va mejorando a lo largo de las temporadas. La serie constituye un todo diseñado desde un principio, y combina la episodios de acción y aventuras, con temáticas filosóficas y religiosas, demostrando una gran ambición y unas ganas de trascender. Aunque en algún momento, sobre todo a mitad de cada temporada, el ritmo se hace algo más cansino y monótono, suele remontar terminando en unos final season de categoría, relanzando la historia. Puestos a poner pegas, sólo añoro un poco más de sentido del humor que relaje un poco las tramas, como hacía a la perfección Josh Weddon en mi admirada “Firefly” (ver post previo).
Una baza a favor del nuevo producto ha sido la de realizar varias modificaciones respecto al original que han constituido un gran acierto. Decidieron en este caso que los Cylones habían sido creados por los humanos y se rebelaron en su contra (como en “Terminator”) decidiendo su aniquilación, pero lo mejor es que doce modelos de ellos tenían apariencia humana, lo que otorga una incertidumbre por saber de quien se trata, que se mantiene hasta el final de la serie.
Otro gran acierto ha sido el de cargar el peso de toda la serie sobre Edward James Olmos (nuestro añorado Teniente Castillo de “Miami Vice”) como Almirante Willian Adama, componiendo un inolvidable personaje que aporta sabiduría, honradez y ternura en sus apariciones. Se nota su implicación completa en la serie, llegando a dirigir varios capítulos de la misma. También está muy bien Mary McDonnell (“Bailando con Lobos”) como la presidenta Laura Rosling, con gran veteranía y saber estar.
El resto de secundarios mantiene el tipo, Katee Sackhoff como la temeraria Kara Thrace (otro acierto de la serie, transformar a Starbuck en personaje femenino, teniendo sus escarceos amorosos con el insulso y ñoño Apolo, interpretado por Jamie Bamber), Michael Hogan como el rígido y alcohólico subcomandante Saul Tigh, el histriónico James Callis en el papel del tortuoso y mezquino Dr. Gaius Baltar, y sobre todo la explosiva Tricia Helfer aportando la dosis justa de erotismo como el cylon número seis.
“Battlestar Galáctica” concluyó su emisión en el año 2009 con unos capítulos finales emocionantes a la altura del producto. En el año 2010 los mismos creadores realizaron una precuela titulada “Cáprica”, que sitúa su acción décadas antes del ataque cylón. La serie tras una primera temporada de 18 capítulos fue cancelada debida a la floja audiencia obtenida, recibiendo sin embargo buenas críticas. El producto parece agotado y saturado por el momento. Habrá que esperar unos años para comprobar si es un final definitivo o un hasta luego.