HBO
lo ha vuelto a conseguir. Juega al límite en todo momento, la mayoría de las
veces se estrella (y se lo perdonamos), pero cuando empezamos a pensar que han
perdido su magia se sacan de la manga un producto inolvidable que nos deja
boquiabiertos una vez más, y ya hemos perdido la cuenta.
La apuesta era muy arriesgada.
Les llegó por la puerta un escritor y profesor de Literatura de la Universidad
de Lousiana (Nic Pizzolato) que
contaba con el gran bagaje de haber escrito dos episodios de “The Killing”, y
les ofreció realizar una película de ocho horas de duración dividida en ocho
capítulos, con un final definido, y escrita en su totalidad por él. HBO acepta
el reto, y en una decisión sin precedentes y vital para el resultado, decide
que al igual que el producto cuenta con un único guionista, también tendrá un
solo director, como si en realidad estuvieran creando una película. Para ello
deciden apostar por el desconocido Cary
Joji Fukunaga (otro riesgo más), que en su curriculum sólo contaba con haber
realizado la adaptación de “Jane Eyre”, y le encargan la realización de los
ocho episodios escritos por Pizzolato.
Este hecho es fundamental, pues el gran acierto de “True Detective” es su unidad en todos los aspectos, siendo los ocho capítulos un conjunto indivisible en su argumento, estética, realización y dirección de actores. Es una serie para tener completa y disfrutarla de una tacada un fin de semana lluvioso y aburrido.
Así que HBO decidió
echar toda la carne en el asador, y supo que este producto necesitaba dos
protagonistas adecuados, que nos guiaran en el tour de force de su duelo interpretativo. Y consiguió a dos pesos
pesados para ello, con irregulares trayectorias, pero que con este paso han
dado un salto de gigante en su carrera (quién lo iba a decir). A priori la
decisión de Woody Harrelson como Martin Hart era sencilla, el detective sureño,
machista, tozudo, bebedor y con debilidad por las mujeres, le iba como anillo
al dedo a Harrelson, que clava el personaje y lo hace suyo, sin pasarse y
llegar a ser histriónico, como le ha ocurrido en alguno de sus anteriores
trabajos.
Sin embargo, la
elección del otro protagonista era mucho más difícil; Rust Cohle es un
detective atormentado, turbio y muy inteligente, que arrastra un pasado que
incluye la muerte de su hija, su separación y un descenso a los infiernos que
vamos descubriendo a lo largo de los capítulos. Matthew McConaughey se
encontraba relanzando una carrera con un inicio muy prometedor, que en los
últimos años había alternado la ñoñez con la nada, hasta que descubrimos su muy
buen hacer en “El inocente”, y sobre todo su inolvidable personaje en “Mud”,
que nos devolvían las esperanzas perdidas en este actor. Lo que hace en True
Detective (imprescindible en versión original) es un trabajo para la posteridad
que seguramente se llevará todos los premios del año, hipnotizándonos desde las
primeras escenas con su blog bajo el brazo, su careo a lo largo de los
capítulos con los dos detectives que intentan cercarlo, sus frases filosóficas
que dice mirando a la nada y con ese antológico “easy motherfucker”.
El resto ya lo conocemos todos, la serie comienza de manera densa y pausada, nos recuerda mucho a “Seven”, y va definiendo los personajes con pausa y precisión hasta explotar en un cuarto capítulo, en el cual Cohle actúa de infiltrado poniéndonos los pelos de punta, que termina con un plano secuencia de seis minutos de duración, que me hizo levantar del sofá, rebobinarlo dos veces y degustarlo adecuadamente a medianoche. En los siguientes capítulos la serie continua su línea ascendente, uniendo de nuevo a los protagonistas para dar caza al salvaje asesino que reinaba en Carcosa, siempre con pausa, introduciéndonos en la profunda Lousiana y en sus terroríficos secretos.
No sé qué nos deparará
en el futuro “True Detective”. Parece que la siguiente historia nos llevará a
California, que Brad Pitt quiere ser el protagonista, y que prestigiosos
directores se pelean por dirigir capítulos
de la misma. Lo que estoy seguro es que HBO seguirá ofreciéndonos de vez
en cuando estas joyas de las que no gozamos en los últimos años en el cine, y
que nos han enganchado a la pequeña pantalla.